Queridos enfermeros y enfermeras:
Hoy quiero celebrar y honrar a todos/as esos seres extraordinarios que, con su dedicación, cuidado y compasión, tocan la vida de una manera única: los enfermeros y enfermeras.
Cada día, en los hospitales, clínicas, hogares de ancianos y comunidades de todo el mundo, los enfermeros/as se enfrentan a desafíos que pondrían a prueba a cualquiera. Son la columna vertebral de la atención de salud, brindando alivio y consuelo a aquellos que están enfermos, heridos o vulnerables.
La enfermería es más que una carrera; es una vocación, es una profesión, que requiere coraje, empatía y un corazón lleno de compasión. Es un compromiso con el servicio, con la humanidad misma. En su labor diaria, los enfermeros y enfermeras se convierten en ángeles de la sanidad, brindando consuelo en momentos de dolor, alegría en momentos de incertidumbre y esperanza cuando parece que todo está perdido.
Cada enfermera/o representa una luz brillante en un mundo que, a veces, puede parecer oscuro y desalentador. Su dedicación a cuidar es un testimonio de su valentía y resiliencia. No importa cuán agotador sea el turno, cuántas lágrimas hayan derramado o cuántos obstáculos hayan enfrentado, siguen adelante, con una fuerza inquebrantable.
Hoy, queridos enfermeros y enfermeras, quiero que sepan que su trabajo no pasa desapercibido. Su presencia, su sonrisa, sus manos amables son rayos de esperanza en la vida de aquellos que necesitan ayuda. Son guardianes de la salud, portadores de esperanza y verdaderos héroes en los corazones de los pacientes.
Permítanme recordarles que, aunque a veces pueden sentirse cansados o desalentados, el trabajo del enfermero/a es esencial y trascendental. La dedicación marca la diferencia en la vida de las personas, y eso no tiene precio. El mundo necesita más enfermeros y enfermeras, dispuestos a darlo todo por el bienestar de los demás.
Hoy, en este día especial de la enfermería, quiero aplaudir su sacrificio, su valentía y su amor por la humanidad. Como Florence Nightingale iluminaba las noches en Crimea, sean faros de esperanza en tiempos oscuros, pilares de fortaleza cuando otros flaquean y brújulas morales en un mundo que a veces se siente desorientado.
En nombre de todos los que han sido tocados por esta vocación, quiero expresar mi más profundo agradecimiento por su dedicación, pasión y espíritu generoso que son un regalo invaluable para la humanidad.
Lic. Mauricio Marti.
VENADO TUERTO